Podemos considerar esta literatura como un género y esto ya es mucho decir si estamos hablando del segundo milenio antes de cristo.
Podemos hablar de varias características, en primer lugar, la temática de la historia suele referirse a la relación de la humanidad con los dioses.
La popularidad de estas historias fue tal que en muchos casos reemplazaron a la historia real, lo cual supone un reto para los historiadores.
Un caso paradigmático es “La leyenda de Sargón” que fue aceptada como la auténtica autobiografía del rey acadio o “La maldición de Agadé” que afecta al nieto de Sargón, Naram-Sin.
Estas historias tuvieron gran popularidad ya que daban lecciones ejemplificadoras y explicaciones históricas que entusiasmaban a los oyentes, se acredita su popularidad por la profusión de tablillas encontradas.
El culmen de esta literatura se da en “El poema de Gilgamesh” aun cuando este se aparte un poco de los estándares del género.
Cuando la escritura pasó de los pictogramas a los fonogramas, la literatura se hizo posible. Los reyes ahora podían registrar la gloria de sus reinados para la posteridad y, por supuesto, así lo hicieron. Las inscripciones del rey siempre se enfocaban en los dioses y en las grandes hazañas del propio monarca y se dirigían a una deidad o a una audiencia futura lejana. La literatura naru tomó la forma de las inscripciones naru anteriores y las transformó en historias que se referían a la relación del rey con los dioses y su pueblo y estaban dirigidas a una audiencia contemporánea.
Las inscripciones naru relatan la historia del reinado y los triunfos del rey; la literatura naru a menudo cuenta la historia de las luchas y el fracaso del rey, incluso si los eventos nunca sucedieron.
En La Leyenda de Cutha, por ejemplo, Naram-Sin se enfrenta a una horda invasora de criaturas aparentemente sobrehumanas. Cuando pide consejo a los dioses para oponerse a ellos, se le dice que no debe hacer nada. Sin embargo, ignora la voluntad de los dioses y decide confiar en su propio juicio. Envía una fuerza militar masiva que es masacrada por los invasores y lo hace dos veces más antes de darse cuenta de que está haciendo algo mal a los ojos de los dioses ya que, claramente, no están favoreciendo su causa. Se humilla, busca su guía y se entera de que los dioses tenían planes para destruir a los invasores y no necesitaban ni querían la interferencia de Naram-Sin. Llega a comprender que uno debe confiar en la voluntad de los dioses en lugar de seguir el consejo del propio corazón.
Dado que la literatura naru es en gran parte anónima, los escritores deben haber apostado su inmortalidad a la popularidad de sus cuentos sin necesidad de adjuntar sus nombres a su trabajo (aunque es muy posible que lo hicieran y las tablillas originales simplemente se hayan perdido). El autor de la última versión de Gilgamesh es conocido por su nombre (Shin-Leqi-Unninni, quien escribió c. 1300-1000 a. C. en o alrededor de Babilonia), pero esta es la excepción, no la regla.
Sin embargo, todos los autores parecen haber tenido el mismo enfoque de preservar el pasado y relacionar valores culturales vitales a través de la creación de cuentos entretenidos y memorables. Sobre «la retención de la memoria», debe reconocerse que no era necesariamente el recuerdo de lo que había sucedido en el pasado lo que era importante para los escritores de la literatura naru, sino que había un pasado que valía la pena recordar.